lunes, 23 de febrero de 2009

El mosaico

El mosaico fue un capítulo fundamental dentro de las artes figurativas paleocristianas.

Fue una técnica tomada directamente del arte romano, y fue utilizado tanto para el pavimento, como como elemento decorativos en los muros de las principales contrucciones, sobretodo de las basílicas, centrándose en la decoración del abside.

Entre los conjuntos más interesantes destacan los de las basílicas romanas de Santa Constanza, Santa Prudenciana y Santa María la Mayor.

También en Rávena se conservan algunas muestras de mosaicos en el Mausoleo de Gala Placidia y en el Baptisterio de los Ortodoxos.

Igualmente, en la zona oriental fue muy frecuente la decoración a base de mosaicos, con temas paganos que se fundieron con los cristianos.

La pintura. El arte copto.

La pintura paleocristiana tuvo su origen en la zona oriental, siendo Siria el principal foco artístico.

Principalmente se manifestó en los códices, centrados en la representación de escenas evangélicas, presentando a Cristo como anteriormente: con una edad madura y barba.

La pintura se centraba bñasicamente en la figura, sin prestar atención al ambiente ni el fondo.

La pintura mural también tuvo cierto desarrollo en esta zona, siendo las más destacadas las conservadas en Doura Europos, que datan del siglo III.

En Alejandría se creó una importante escuela artística que se centró principalmente a la elaboración de miniaturas, siendo la más representativa la llamada El Rollo de Josué.


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Un momento destacado de la pintura cristiana en Egpito fue el arte copto, en el que confluyen influjos helenñisticos, romanos, bizantinos y egipcios. Los templos coptos siguieron el tipo basilical, con cúpula y ábside trebolados y unas manifestaciones pictóricas como los frescos de la iglesia de Bawit.

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En Occidente la pintura fue fruto de las corrientes helenística y neoática, centrando su actividad en la decoración de las catacumbas. Dentro de un estilo bastante próximo al romano pompeyano, los motivos simbólicos y los temas del Antiguo y Nuevo Testamento se explayaron en las principales necrópolis paleocristianas. Destacan las conservadas en las catacumbas de Domitila, Calixto y Priscila, en Roma.

La escultura

La escultura paleocristiana alcanzó un escaso desarrollo, ya que originariamente la imagen era símbolo de paganismo e idolatría. Con el tiempo, se fueron fabricando esculturas y relieves con influencia romana, lo que provocó la creación de una nueva iconografía con una misió0n educativa.

Las principales piezas datan del segundo periodo, a partir del siglo IV. La escultura se centró en la representación de Cristo, a través de dos modelos:

El Buen Pastor, que lo muetra como un chico imberbe, con una túnica corta y con un cordero sobre sus hombros como símbolo del alma. El mejor conservado es el que está en el Museo de las Termas de Roma.

Cristo Doctor, sentado en una silla de tijera con el rollo de la Ley en la mano, con un aspecto mñas solemne, edad madura y barba.

La temática

En la representación humana, una de las más importantes es la orante, una figura con traje femenino con las manos levantadas que no está en posición de oración, sino que es la manera simbólica de representar al alma que está en el cielo y alza las manos en actitud de acción de gracias.

También destaca la figura llamada Pastoral Celeste, preferentemente funerario, que muestra a un
chico con una oveja sobre los hombros o rodeado por un rebaño.

Del mundo pagano proceden las alegorías de Eros y Psiquis, símbolos del hombre pecador que vaga por el mundo; y el mito de Orfeo.

Hay que añadir que los temas del Nuevo Testamento son mñas frecuentes que los del Antiguo.

Todos estos temas estuvieron presentes más bien en la pintura, ya que la escultura prácticamente se centró en los sarcófagos.

La iconografía

El primer problema fue la necesidad de encontrar una iconografía que se distinguiese de la pagana.

En los tiempos de persecución fueron frecuentes los motivos simbólicos, así, el pez es una alusión a Cristo, ya que su nombre en griego (IXZUS) contiene las letras iniciales del lema Jesucristo, hijo de Dios, salvador.

También es frecuente el delfín como referencia a la resurección y la eternidad; el ave picando un racimo, que alude el alma humana que se alimenta con la eucaristía; el ave fénix y la paloma con una rama en el pico, simbolizando la resurreción; el ancla, que refleja la esperanza; la vasija, como símbolo del agua de la vida; o la vid, un tema esencialmente eucarístico.

Uno de los temas más repetidos fue el anagrama de Cristo, que fue evolucionando hasta añadírsele la P (creando así el Crismón), el α y Ω, el círculo en señal de eternidad y una S en la parte interior de la X, con la que adquiere el simbolismo de la Trinidad.

La arquitectura

El arte paleocristiano